Religiosidad

Santiago del Estero, posee en su acervo una honda tradición cristiana. Supo receptar con docilidad las enseñanzas cristianas, que impuso la conquista española; pero aún así  conservó con fervor sus antiguas creencias, sus rituales ancestrales, sus formas y tradiciones de practicar la fe; generando una amalgama cultural que se trasladó hasta la actualidad. El catolicismo adoptó como propios algunos de sus rasgos y otros continuaron en el terreno de lo pagano.
Para el santiagueño, venerar a su Dios y adorar a sus Santos, constituye una fiesta, un espacio donde el homenaje es algarabía, entrega y sacrificio. Donde la fe es el eje que los moviliza, los conmueve, los motiva y los acerca.
En el interior de la provincia, son muchas las festividades que, en distintas épocas del año, convocan a los fieles a alabar a sus santos. Las peregrinaciones hacia cada lugar tienen su impronta, colores, ritmos, estaciones de pernocte, flores, etc., que van otorgando singularidad a cada paso, destilando aromas de fe, sintiendo que cumplen con su destino y que honran su historia.
Entre las festividades que mayor cantidad de fieles convocan y que registran largos años de arraigo y se remontan, en algunos casos,  a épocas de la colonia, se encuentran:
Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa, Virgen del Valle, Virgen de la Merced, Nuestra Señora de Loreto, La Purísima Inmaculada Concepción de Tuama, Santa Bárbara, la Virgen de Huachana, la Virgen de Monserrat, El Señor de los Milagros de Mailín, Nuestra Señora del Rosario, San Francisco Solano, el amo Jesús, San Esteban, San Gil y tantas otras que  día a día reafirman el hondo sentir cristiano y popular del santiagueño.
En algunas localidades del interior provincial, las fiestas patronales conservan rituales que se fueron transmitiendo inter generacionalmente y que constituyen un elemento fundamental en las celebraciones que homenajean a sus Santos. Junto a las tradicionales “procesiones” que siempre forman parte de las ceremonias, y que son acompañadas por música ejecutada con instrumentos de factura local, se encuentran las llamadas “corridas de indios”, carrera de promesantes que desde un hito cercano, corren hasta llegar a hincarse ante su Virgen o Santo y las “vivas de los alféreces”, rondas de jinetes, que similar al juego de la sortija, intentan asir rosquetas y flores de papel que se encuentran en un poste colocado a tal fin.
Costumbres, símbolos, tradiciones, rituales y alabanzas que fueron incorporándose al sentir popular y continúan hoy como una de las expresiones más genuinas de la cultura popular santiagueña.
Entre las grandes reliquias que atesora y adora el pueblo santiagueño se encuentra la réplica de la Sábana Santa que desde hace más de 400 años se encuentra en Santiago y hoy reposa bajo la custodia de los Padres Dominicanos, en el templo de Santo Domingo. Una de las copias más fieles que el cristianismo reconoce en el mundo.
Otro importantísimo símbolo de devoción es la Cruz de Matará, fiel testimonio de las primeras horas de la Evangelización, que dan cuenta de la gran creatividad de los misioneros para inculcar el verbo cristiano a las culturas nativas. Fue hallada en el pueblo de Matará, al sudeste de la provincia, región que fuera habitada por los “mataraes”, de donde proviene su nombre. Es considerada por muchos estudiosos como el crucifijo más antiguo elaborado en América.
Símbolos que perduran, fe cristiana que legaron aquellos hombres y mujeres, luego Santos, que habitaron suelo santiagueño y que transmitieron con devoción el mensaje del evangelio, como San Francisco Solano que con el dulce sonido de su violín pacificaba a los naturales o María Antonia de la Paz y Figueroa (Mama Antula), santiagueña de origen, actualmente en vías de santificación, cuya tarea evangelizadora cundió y se arraigó en esta provincia, llegando con su fe y sus obras a todo el país.
También su catedral, templos e iglesias componen el vasto y valioso patrimonio religioso de la provincia.